VAPEADORES ESTO OS INTERESA
El consumo de cigarrillos electrónicos y vapeadores ha crecido en los últimos años de forma considerable en nuestro país. Según la última Encuesta ESTUDES de 2023, elaborada por el Plan Nacional sobre Drogas del Ministerio de Sanidad y presentada hace unos meses, más de la mitad de los escolares de 14 a 18 años (el 54,6%) ha consumido alguna vez cigarrillos electrónicos. Una tendencia que preocupa a la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap), quienes alertan de la “banalización” de su consumo.
“No solamente hay vapeadores con forma de personajes conocidos de cómic o de dibujos animados, en algunos están hechos de forma que se confunden con material escolar. No hace falta ser muy perspicaz para pensar que esto está hecho para atraer a los menores, desde edades tempranas, y también para que se camuflen a la vista de los educadores”, señala la doctora Carmen Fidalgo, secretaria de la Junta Directiva de la AEPap. Por su parte, el presidente del CNPT, Francisco Pascual, habla de estos productos como un “caballo de Troya” de la industria tabaquera para captar nuevos fumadores.
Con estas preocupaciones en mente, la comunidad científica está dedicando grandes esfuerzos a constatar los riesgos del consumo de estos productos, encontrando nuevas evidencias, aunque son aún muchos los aspectos que se desconocen. Desde el Science Media Centre (SMC) han recopilado las evidencias que se tienen hasta el momento sobre estos productos.
¿Qué sustancias llevan y cómo funcionan?
Los vapeadores calientan un líquido que se aspira en forma de aerosol. Contienen aditivos y sabores y, muchos de ellos, también nicotina, aunque no tabaco. Este aerosol incluye sustancias tóxicas y metales pesados como cobre o plomo. Es probable que la toxicidad varíe en función del tipo de líquido y dispositivo, porque no todos los aditivos son iguales y, en algunos productos, la nicotina se absorbe más deprisa que en otros, pero no está claro qué productos son los más peligrosos. “El grado de adicción dependerá de los ingredientes de sus cartuchos y del sistema de calentamiento”, señala Rodrigo Córdoba, médico de familia y miembro del Grupo de Tabaco de la semFYC. “La distinta concentración de tóxicos respecto al cigarrillo convencional no significa menos riesgo a corto, medio y largo plazo”, aclara.
Los cigarrillos electrónicos están diseñados para que la nicotina se absorba muy rápido, como en el cigarro tradicional. “A los pocos latidos la nicotina está actuando a nivel cerebral”, apunta el experto. En cambio, los parches o los chicles con nicotina suelen buscar un efecto más estable. “Es lo mismo que la metadona en la heroína”, compara Suelves, “es decir, buscar una cosa que, en lugar de funcionar a picos, un flash, un subidón, te deje aguantándote”.
¿Generan adicción?
Si los vapeadores no contienen nicotina, en principio no tienen por qué producir dependencia. No obstante, la catedrática y directora del departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la facultad de Psicología de la Universidad de Granada, Francisca López Torrecillas apunta que sí que “se han visto casos de personas que los fumaban de manera muy compulsiva y con muchos problemas de autocontrol”.
Para Josep María Suelves, jefe del Servicio de Prevención y Control del Tabaquismo y de las Lesiones en la Agencia de Salud Pública de Cataluña, el problema de los vapeadores, más allá de la dependencia, es el hábito que generan. “En un momento en el que el tabaco había perdido cierto glamour, chavales jóvenes acceden a un producto con nicotina o sin ella, aprenden a fumar y multiplican por cuatro la probabilidad de convertirse en fumadores”, alerta el experto.
Otro aspecto a tener en cuenta es la presencia de sabores. Al no haber leyes que lo prohíban, los fabricantes los utilizan para atraer a la población más joven. Según un reciente informe de la OMS, titulado “Enganchar a la próxima generación: cómo la industria del tabaco capta clientes jóvenes”, estos sabores son la razón principal para probar estos productos entre los jóvenes no fumadores. De hecho, en un estudio realizado en Estados Unidos, más del 70% de los adolescentes que utilizan estos productos dicen que dejarían de consumirlos si solo tuviesen sabor a tabaco.
¿Son menos perjudiciales que el tabaco convencional?
Ningún producto relacionado con el tabaco es seguro para la salud, tampoco los vapeadores, aunque algunos riesgos se conocen mejor que otros.
No es lo mismo ingerir algo que calentarlo e inhalarlo. Aunque los vapeadores contienen algunos aditivos que son seguros y habituales en los alimentos, como el propilenglicol, se desconoce qué efecto pueden llegar a tener si se queman e inhalan durante décadas. De hecho, algunos estudios ya empiezan a alertar del riesgo de algunos aditivos concretos, como el cinamaldehído, la etil-vainillina o el benzaldehído.
Hay riesgos que aún no se han podido comprobar por cuestión de tiempo. “Las mujeres que mueren hoy son mis compañeras de adolescencia. Son personas que empezaron a fumar hace tres décadas”, explica Suelves. “El cáncer asociado a cualquier tipo de producto es algo que requiere muchos años para desarrollarse”, añade. Los vapeadores llevan poco tiempo en el mercado. A corto y medio plazo, como hemos visto, hay estudios que muestran que suponen un riesgo para la salud respiratoria y cardiovascular, pero aún no se ha hecho un seguimiento adecuado a largo plazo.
También cabe destacar que el consumo dual, es decir combinar cigarrillos tradicionales y electrónicos, es más peligroso que fumar solo tabaco. “Según una reciente revisión de 107 trabajos, considerando cinco grandes problemas de salud, el cigarrillo electrónico es un 20% menos peligroso que el cigarrillo de combustión, pero el consumo dual es un 20% más dañino que el consumo de cigarrillos”, señala Córdoba.
¿Vapear para dejar de fumar?
Esta estrategia para dejar de fumar se fundamenta en el principio del “mal menor”, si se considera a estos productos como menos perjudiciales, aunque la evidencia existente apunta a nuevos y diversos riesgos de salud.
Aunque los vapeadores como sustitutivo pueden ser eficaces para dejar el tabaco, no lo son para dejar la nicotina. Es decir, que quienes dejan el tabaco, pueden pasar a fumar cigarrillos electrónicos con nicotina de por vida. “Un análisis superficial de la evidencia nos sugiere que bajo asesoramiento profesional puede ayudar en algún caso a dejar el tabaco. Pero, frecuentemente, conduce a una dependencia permanente de la nicotina”, señala Córdoba. Además, “se trata de una evidencia muy endeble con preocupantes conflictos de interés”, recalca el experto. “Entre 1992 y 2016 el 20% de los autores estaban financiados por la industria”, señala.
Según López Torrecillas, si no contienen nicotina “podrían servir para dejar de fumar cigarros”. Pero contienen otras sustancias tóxicas, de las que aún no se conocen muchos de sus riesgos y, en general, no está claro que sean tan efectivos como otras terapias para dejar de fumar.
FUENTE: www.medicinaresponsable.com